En nuestra época como estudiantes de música, nos produce un inmenso placer tocar rápido cualquier pasaje o cualquier obra. Es cierto, que el tocar de manera virtuosa es un punto a nuestro favor, pero no se puede convertir en nuestro único objetivo.
A menudo, veo entre mis alumnos o compañeros que juzgan dependiendo de la cantidad de notas por segundo que pueden hacer. A mi parecer, esto es un error.
Basar nuestra práctica musical en tocar más notas y no mejor las notas es un error.
No quiero decir que entrenar para tocar rápido sea algo perjudicial, al contrario, es una parte más del trabajo y una virtud. Nuestro objetivo debe ser tocar cada vez mejor, con más libertad expresiva y conocimiento de lo que hacemos.
La manera en la que concibo la música, y por tanto la docencia musical, está más próxima de la musicalidad, cuidado del detalle, conocimiento de lo que se toca o trabajo del sonido que la del tocar rápido sin control.
Como saxofonistas, desde la época formativa, tenemos la necesidad de tocar muchas notas, comparado con otros instrumentos, porque las partituras así nos lo exigen. Pero quiero hacer hincapié en que tenemos que trabajar muchos otros aspectos además de este.
El estudio del saxofón deberíamos de dividirlo en varias secciones, tal y como estructuro mis clases. Debemos educar nuestro oído y ser progresivos en el aprendizaje.
La idea que quiero transmitir con este artículo es que practiquemos siendo cuidadosos con la música y no quedarnos en tocar notas por tocar. Por ello, creo que la mejor técnica para estudiar saxofón es tocar lento.
Por qué debemos estudiar lento
Yo mismo tardé en descubrir esta metodología varios años, y eso que me lo repetían mis profesores. Pero hasta que yo no aprendí sus bondades, no lo acepté y lo hice mío.
Cualquier objetivo musical, llámese obra o solo orquestal, debemos planificar su estudio y trabajarlo en velocidades lentas.
Los beneficios de estudiar lento son innumerables: control del sonido, de la afinación, fraseo, respiración, digitación, ayuda a la memoria, ayuda a escucharte y analizar lo que estás tocando, comprensión de lo que se toca, etc.
Controlar todos estos parámetros al estudiar lento nos proporciona mucha tranquilidad y seguridad y aunque parezca contradictorio, al medio plazo, ganamos tiempo.
El estudiar lento los pasajes más difíciles y en general toda la obra, produce una sensación de control sobre la misma y nos ayuda a detectar errores, que de otra manera hubiera sido mucho más complicado.
Si somos capaces de detectar los errores por nosotros mismos, seremos capaces de buscar soluciones, y posiblemente eso se traslade en tocar mucho mejor.
Ocurre también que cuando tocamos rápido y producimos errores que seguimos repitiendo una y otra vez, los viciamos, y luego corregir esto, es mucho más complicado.
Cuándo subir la velocidad
Para responder esta pregunta, siempre tenemos que analizar qué nos funciona mejor. Hay dos alternativas válidas, en las que el metrónomo es una herramienta fundamental:
- Subir la velocidad de manera gradual hasta la velocidad que necesitamos.
- Estudiar relativamente lento y subirla de golpe hasta la velocidad real.
- Tocar todos los pasajes en tres velocidades: lento, moderato y allegro.
Si utilizamos una o ambas posibilidades, lo único que tenemos que vigilar es que lo que toquemos lo hagamos bien. La mayoría de veces, de forma natural, seremos nosotros mismos los que nos exijamos más velocidad al dominar el pasaje o la obra a una velocidad lenta.